La hiperplasia prostática benigna, es una afectación frecuente que aparece en los hombres en la medida que envejecen. Aunque actualmente, no se puede influir en los principales factores de riesgo, los urólogos coinciden en que mantener una dieta equilibrada y baja en grasa ayuda a cuidar la salud prostática.
Alimentos como el té verde, el pescado, el tomate, o la cebolla tienen propiedades y vitaminas que ayudan a este y otros órganos. Esto debe complementarse con hábitos saludables, ejercicio y una vida sexual sana y satisfactoria.
La dieta más recomendada para cuidar la próstata y el corazón es la mediterránea, cuya base son los nutrientes de origen vegetal, como cereales integrales, verduras, legumbres, frutas, frutos secos, semillas, hierbas, especias y aceite de oliva.
La Sociedad Española de Medicina Interna, indica que este tipo de régimen se puede complementar con pescado, el cual aporta minerales como fósforo, potasio, calcio, sodio, magnesio, hierro, yodo y cloro y vitaminas del grupo B (B1, B2, B3 y B12), la A, D y en menor proporción la E. En la grasa del pescado y del marisco, abundan los ácidos grasos poliinsaturados, entre los que se encuentran la Omega 3 y 6.
La próstata también se protege con la ingesta de tomate, que contiene vitaminas C, E, A y K, minerales como hierro y licopeno, un pigmento carotenoide al que se le atribuye un efecto anticancerígeno.
Frutas como fresas, arándanos, frambuesas y moras también contribuyen como antioxidantes y permiten eliminar los radicales libres del cuerpo. Estos alimentos poseen propiedades antiinflamatorias, antivirales y antialérgicas. Por sus efectos flavonoides, cumplen un papel protector frente a enfermedades cardiovasculares, cáncer y diversas patologías, como la hipertensión arterial.
Otros alimentos muy recomendables para preservar la salud prostática son: el brócoli, el bok choy, la coliflor, las coles de Bruselas, la rúcula y la col. Estas verduras crucíferas, que contienen un químico conocido como sulforafano, previenen enfermedades degenerativas, estimulan el sistema inmunológico. Además, contienen azufre, un potente antioxidante.
Las nueces, los mariscos y las legumbres son ricos en zinc son altamente recomendables porque equilibran la testosterona y la DHT (dihidrotestosterona). Además de las nueces, los mariscos y las legumbres también son ricos en zinc.
Esta dieta se pueden añadir cítricos ricos en vitamina C (naranjas, limones, toronjas, mandarinas), cebollas, ajo e infusiones de té verde.
Claro que ninguna dieta es completamente perfecta. Hay que evitar las carnes rojas (su consumo diario triplica el riesgo de agrandamiento de próstata), los lácteos, el consumo de bebidas alcohólicas, las bebidas azucaradas, los carbohidratos refinados y la sal.
¿Por qué cuidarse?
En conmemoración del Día Mundial del Cáncer de próstata y la Hiperplasia próstatica benigna que se celebra el 11 de junio, es importante visibilizar esta enfermedad para un diagnóstico y tratamiento oportuno, pues nadie debería esperar a los 50, 60, o 70 años para acudir con el urólogo y confesarle que siente un gran dolor al orinar, que debe pujar mucho para lograr que salgan unas pocas gotas y que siente como si todo su cuerpo se hubiese taponado.
Esas molestias ocurren cuando se ignoran las alertas que ayudan a identificar el crecimiento de la próstata, un proceso que puede ser muy caprichoso y que puede generar graves problemas.
Según el médico urólogo Dr. Simón Nieves, existen al menos siete señales que se deben tomar muy en cuenta y que constituyen alertas tempranas para acudir con el especialista, muchos de estos problemas se presentan a partir de los 40 años. Estas son:
- Poner atención en las interrupciones en el flujo de orina.
- La dificultad para iniciar la micción.
- El goteo después de orinar.
- La necesidad urgente de orinar,
- El flujo de orina débil.
- La sensación de que la vejiga sigue llena después de orinar.
- Y la micción frecuente, sobre todo por la noche.
Esas molestias pueden parecer menores y fáciles de ignorar. Sin embargo, la próstata crecerá lo suficiente como para provocar una hiperplasia benigna de próstata (HBP), un cáncer de próstata o una prostatitis.
El problema más habitual es la HPB y se produce cuando aumenta el tamaño de la próstata, glándula sexual masculina que rodea la uretra, se encuentra debajo de la vejiga y encima del recto, y es la encargada de producir el líquido seminal. La hiperplasia benigna de próstata (HBP) afecta a más del 50 % de los varones a partir de los 50 años, así como al 80 % una vez cumplido los 80 años, según datos de la Sociedad Española de Medicina Interna.
Desde el punto de vista histológico, casi el 80 o 90% de los varones a los 80 o 90 años tienen hiperplasia benigna de próstata asintomática. Por lo cual es importante que los hombres cuando cumplen los 45 y los 50 años, de manera casi “obligatoria”, pasar por la consulta con el especialista, ya que solo el 50% de los varones mayores acuden al urólogo por la gravedad de sus síntomas.