Música, danza y luces serán parte de la ‘Cantata: 1822, la batalla que no termina’, en escena estarán cerca de 150 artistas, la obra se presentará en la Plaza de San Francisco, el martes 24 y miércoles 25 de mayo, desde las 19:00. La entrada es gratuita.
Este es un espectáculo interdisciplinario de gran formato, que incorpora música, teatro, danza contemporánea, multimedia, entre otros lenguajes artísticos, coproducida por la Fundación Teatro Nacional Sucre y la Coordinación Técnica Bicentenario de la Secretaría de Cultura del Municipio de Quito.
En la cantata participarán 18 bailarines, además de los músicos de los elencos de: la Orquesta de Instrumentos Andinos, Banda Sinfónica Metropolitana, Ensamble de Guitarras de Quito, Coro Mixto Ciudad de Quito, Coro Juvenil y Escuela Lírica.
La estética de la Cantata recupera expresiones del mundo popular andino y costeño, tanto en la música como en la construcción dramatúrgica a través de versos rimados y décimas, además de ritmos que hunden sus raíces en sonidos propios, y recrean una sonoridad anclada en lo más profundo de la cultura ecuatoriana.
El espectáculo se realizará en la Plaza San Francisco de Quito, que será escenario real y a la vez ficcional; real porque la plaza es el espacio testigo, donde sucedieron algunos eventos que la historia cuenta; y ficcional porque reaviva el relato histórico, no a través de una cronología de hechos, sino dando vida a personas que viniendo del pueblo no tienen voz, o porque, al ser parte de una comunidad, su voz es un eco de un coro general, sin identidad, sin protagonismo o como contexto donde se inscribe la tragedia histórica.
La obra se basa en una investigación realizada por la historiadora María Antonieta Vázquez que recupera los nombres invisibilizados, especialmente los roles en los que participaron mujeres, y pone en relieve aspectos históricos poco conocidos sobre los eventos independentistas.
Escrita para ser cantada y recitada la obra comienza evocando los eventos históricos de 1809, que marcan el inicio del proceso independentista de Quito, y concluye con una representación de la Batalla del Pichincha de 1822. Con recursos líricos tomados de la poesía popular, se cuenta la historia a partir de la gente común, lavanderas, pregoneros, y toda la comunidad que participó pero que la historia oficial ha relegado a un segundo plano.